Ya se trate de una plaga de langostas en África Occidental o de la desaparición de insectos en Alemania: estas catástrofes se deben al cambio climático, la alta demanda de alimentos y errores en la agricultura.
"Nuestras tierras están rindiendo bajo presión”, advirtió recientemente la ministra alemana de Agricultura, Julia Klöckner, al presentar la Estrategia Agrícola 2035 del gobierno germano. "En el 1900, un agricultor alimentaba a diez personas. Hoy alimenta a 155”, agregó. En su opinión, la rotación de cultivos y el uso de semillas resistentes deberían tener prioridad ante los monocultivos y la agricultura intensiva.
En el llamado Atlas de Insectos, un informe publicado recientemente por la Fundación Heinrich-Böll, cercana al partido Los Verdes, y de la Federación Alemana para el Medioambiente y la Conservación BUND, se señala que sobre todo en los grandes campos, donde se practica la agricultura intensiva y el monocultivo, los insectos y las plantas ya no encuentran un hábitat.
Las abejas, las mariposas y los escarabajos no solo son indispensables para los ecosistemas, los insectos también son importantes económicamente. Según la Fundación Heinrich-Böll, el trabajo de polinización de los insectos a nivel mundial en el cultivo de frutas, verduras y cereales tiene un valor económico de entre 200 y 600 mil millones de dólares estadounidenses.
Al entrar en contacto con pesticidas, como los que se usan en la agricultura industrial para aumentar la producción, los insectos suelen reaccionar con desorientación. Un estudio de 2014, del neurobiólogo berlinés Randolf Menzel, demostró que cantidades pequeñas de las sustancias imidacloprid, clotianidina y tiacloprid (insecticidas prohibidos hoy en día) afectan el sistema nervioso de las abejas.
Debido al aumento de las críticas en la opinión pública, gigantes de la industria como Bayer están desarrollando alternativas a pesticidas químicos como el glifosato, producto de la filial Monsanto. Aparte de sus productos químicos, Bayer aseguró a DW que vende pesticidas biológicos para la agricultura convencional e impulsa el desarrollo de métodos de cultivo ecológicos a través del llamado "digital farming” (agricultura digital). Con ayuda de mediciones y recopilación de datos, en el futuro, se identificará a parásitos, enfermedades y malas hierbas con precisión en cada metro cuadrado. En caso de que las plantas necesiten ayuda, se determinará el tiempo más favorable para el abono y uso de pesticidas sostenibles.
En laboratorios y campos alrededor del mundo, se buscan alternativas ecológicas. En el cultivo del algodón, por ejemplo, donde se usa el 16 por ciento de todos los pesticidas a nivel mundial, según el Instituto Ecológico de Múnich, ya se aplica el método de las llamadas plantas de distracción. Estas se cultivan para atraer a los insectos y alejarlos del algodón.
En tierras germanas, la Fundación Alemana de Medioambiente (DBU, por sus siglas en alemán) financia con 315.000 euros un proyecto para el desarrollo de pesticidas alternativos: con ayuda de rayos láser se pretende reconocer con precisión hierbas malas problemáticas y erradicarlas selectivamente, dejando intactas las hierbas salvajes inofensivas e importantes para los insectos.
En entrevista con DW, Ralf Bloch, del Centro Leibniz para la Investigación de Paisajes Agrícolas (ZALF, por sus siglas en alemán), explica que siempre es importante encontrar soluciones regionales, preventivas y específicas de la industria. El ZALF supervisa proyectos en todo el mundo.
Por su parte, científicos en torno a Dietrich Stephan, del Instituto Julius Kühn, están investigando hongos que pueden combatir eficazmente a parásitos. Entre otras cosas, colaboró en el desarrollo de un método biológico a base de microorganismos para combatir las plagas de langostas.
Source: Deutsche Welle, Feb 2020
Deutsche Welle es la emisora internacional de Alemania y produce periodismo independiente en 30 idiomas.
- Login om te reageren